julio 30, 2005

Invaginación celeste

El deterioro de la tarde se repliega por entre las nubes horadadas de sueño, a lo lejos, se escupen acantilados que destajan serpenteantes la hospitalidad del paisaje; colinas adelante, un montículo de aire resquebraja el horizonte en nubarrones de arena circundante. Las ramificadas grietas escurren lentamente sus aguas en dirección a un mar cromado de celestes embriagados de sal, yo, aplasto el sol con un dedo hasta que muera