julio 23, 2005
PARQUÍMEROS
CENIT CIENTIA
La soledad se instala y lentamente sobrevive a tu recuerdo, el bao de la tarde atraviesa las cuencas encharcadas de murmullo agigantado. El leve grito de la aurora resucita astros en las avenidas desoladamente estériles o los girasoles desquebrajan el aletargante soliloquio de los rayos ultravioleta. Nada ha quedado de aquel séptimo día o es la inocencia que duerme neuróticamente su partida, no lo sé de cierto.
Tus manos permean la esperanza delirante del encuentro que no llega a la hora que no era, oscuridad que se impone ferozmente a su rechazo, derrotero invencible de lacónico beso a quemarropa
alucinaciones
El dolor del sol carcome ennegrecidas rozaduras de angustiosa espera,
elevación efímera en la alquimia de besar húmedamente tu espacio
o la enredadera de vértigo escapándose atropelladamente
por la lengua de perderte en la asfixia de mi sangre.
El silencio despunta lágrimas disipadas por un grito
que no deja de pertenecer,
giro la espalda, entorchando vértebras
de una guitarra imposiblemente acorde.
Se desclavan las paredes de los cuadros,
es así como tu fotografía me despedaza,
huyo de la oscuridad que cobija y
orado en amortajados aleteos la duda de tu espacio,
el inconcebible deseo de pensarme sombra,
la orilla de un ángulo
destripa taciturna las agrietadas calles sin memoria,
sueños más tarde me detiene un bostezo agigantado,
el abismo devora a intervalos la pesadez de los días...
vuelvo a ti.
Monstruos
Por sobre los párpados del crepúsculo se extienden las algodonadas alas, nadie ha venido a descobijar tu rostro de nube y sin embargo llueves o quizá tu entorno se evapora lentamente o el veneno de la tarde ha venido a devorar tu vientre. ¿Porqué te asustas? ¿Acaso te destroza el miedo las mejillas? ,para eso estamos, de eso estamos hechos; Anda, jala las horas del gatillo mientras te arrancas letra a letra los dedos de las manos, ¿o era ojo por ojo?.
El sudor de la mañana llega, temor eventual en la saliva de tu espanto, por encontrar bifurcada tu sonrisa en el becuadro de un vaivén que no termina. Buscas afanosamente lo que desesperadamente te pertenece o eres objeto que inútilmente atrapan tus alrededores.