Por sobre los párpados del crepúsculo se extienden las algodonadas alas, nadie ha venido a descobijar tu rostro de nube y sin embargo llueves o quizá tu entorno se evapora lentamente o el veneno de la tarde ha venido a devorar tu vientre. ¿Porqué te asustas? ¿Acaso te destroza el miedo las mejillas? ,para eso estamos, de eso estamos hechos; Anda, jala las horas del gatillo mientras te arrancas letra a letra los dedos de las manos, ¿o era ojo por ojo?.
El sudor de la mañana llega, temor eventual en la saliva de tu espanto, por encontrar bifurcada tu sonrisa en el becuadro de un vaivén que no termina. Buscas afanosamente lo que desesperadamente te pertenece o eres objeto que inútilmente atrapan tus alrededores.
El sueño de la luna vuelve, beso de nieve tatuado en las negras cuencas de la noche a ciegas, resucita, viaja incrustándose en tu memoria, el frustrante temor se instala en la habitación de los reptiles o el cuchichear de las sombras dibujadas por el relámpago a lo lejos. Arropas viejos tiempos a tu presente que despunta roja la matriz de la mañana o llena de mariposas ensangrentadas el paisaje de tus manos, ahora... ¿quién es el monstruo?
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