julio 23, 2005
PARQUÍMEROS
En la resequedad de tu asfalto se me hunden los días,
las avenidas de tu nombre me dirigen perpendicular hacia otros sitios.
Camino a sorbos tu cuerpo gris acordonado de prohibidos,
mientras se me deshilachan las mejillas
de llover sobrevolando tu espacio,
me detengo en ámbar y se enredan los suspiros de esperarte,
el tiempo nos estira de las greñas segundo a segundo,
pero tú, belleza inerte de colisión enrojecida,
sonríes sangre por la boca del estómago,
mientras lucho por arrancarte el rostro del volante.
Hago un alto;
desdibujo tu piel obturando intervalos
que transitan anónimos tu desfigurada sombra incandescente,
recorres distancias en un devenir continuo de momentos interminables,
vas de un a cavidad a otra,
una oreja un beso,
el teléfono calla desgarradoramente tu silencio.
Yo...
me enjuago tu vida y sigo camino al trabajo.
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