En la resequedad de tu asfalto se me hunden los días,
las avenidas de tu nombre me dirigen perpendicular hacia otros sitios.
Camino a sorbos tu cuerpo gris acordonado de prohibidos,
mientras se me deshilachan las mejillas
de llover sobrevolando tu espacio,
me detengo en ámbar y se enredan los suspiros de esperarte,
el tiempo nos estira de las greñas segundo a segundo,
pero tú, belleza inerte de colisión enrojecida,
sonríes sangre por la boca del estómago,
mientras lucho por arrancarte el rostro del volante.
Hago un alto;
desdibujo tu piel obturando intervalos
que transitan anónimos tu desfigurada sombra incandescente,
recorres distancias en un devenir continuo de momentos interminables,
vas de un a cavidad a otra,
una oreja un beso,
el teléfono calla desgarradoramente tu silencio.
Yo...
me enjuago tu vida y sigo camino al trabajo.
julio 23, 2005
PARQUÍMEROS
En la resequedad de tu asfalto se me hunden los días,
las avenidas de tu nombre me dirigen perpendicular hacia otros sitios.
Camino a sorbos tu cuerpo gris acordonado de prohibidos,
mientras se me deshilachan las mejillas
de llover sobrevolando tu espacio,
me detengo en ámbar y se enredan los suspiros de esperarte,
el tiempo nos estira de las greñas segundo a segundo,
pero tú, belleza inerte de colisión enrojecida,
sonríes sangre por la boca del estómago,
mientras lucho por arrancarte el rostro del volante.
Hago un alto;
desdibujo tu piel obturando intervalos
que transitan anónimos tu desfigurada sombra incandescente,
recorres distancias en un devenir continuo de momentos interminables,
vas de un a cavidad a otra,
una oreja un beso,
el teléfono calla desgarradoramente tu silencio.
Yo...
me enjuago tu vida y sigo camino al trabajo.
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